Cuando la vida te sale al encuentro

Hay veces que las cosas ocurren de golpe, algo que no esperas, una perdida, un cambio de rumbo, un cruce de caminos, una sorpresa.

Pensamos que tenemos el control sobre las cosas y nuestra vida, creemos ser los capitanes de nuestro barco sin tener en cuenta a nuestra anfitriona, esa que nos observa, apoya, empuja, da la vuelta del revés, premia, suelta y recoge sin avisar.

Esa a la que no le importa lo que tengamos planeado, si no está alineado con nuestro propósito. Ella se encarga de rectificar, poner y quitar sin preguntar si te viene bien o no, simplemente actúa, porque esa es su función, velar para que todos nosotros estemos alineados con el propósito de nuestra alma.

Aunque no lo parezca nunca nos trae nada que no podamos sostener. Aun siendo doloroso, si nos tomamos el tiempo suficiente para aceptar que sus motivos tendría para que eso ocurriera, encuentras un camino, que en la mayoría de las ocasiones solo recorremos cuando hay un trance y que lleva directamente hacia ti, a tu esencia. El mejor lugar donde puedes estar, contigo.

Y cuando estas tranquilo y has recorrido el camino de la pena, la rabia, la negación y has llegado a la aceptación, justo entonces, es cuando estas conectado a ti y no a lo de fuera. Cuando estas abierto a lo que la vida te trae, esta vuelve salirte al encuentro para traerte lo que necesitas, aunque no sea necesariamente lo que quieres.

Otras veces simplemente pone delante de ti lo que querías, anhelabas y ya creías que no ocurriría más veces para ti, y que desde luego no esperas.

La vida es la gran anfitriona que te sale al encuentro para poner las cosas en su lugar y ayudarte en tu camino y proceso vital.

Espero que cuando la vida te salga al encuentro, puedas darte cuenta del propósito de lo que sucedió.

 

 

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